Faro

Papeles para todxs

De la Ley de peligrosidad social a la Ley de identidad de género

  • Fotografía de Clara Campoamor. Diputada de las Cortes de la II República española, defensora del derecho a voto de las mujeres en 1931.

 

“¡Que no nos han regalado nada, joder! Nos guste o no, sirvan para mucho o para poco, las iniciativas legislativas que se han conseguido, las han conseguido todas las maricas, bollos y trans de nuestra historia, cada grupo, cada colectivo, cada panfleto, cada cartel, cada graffiti, cada acción, cada performance, cada línea escrita: no es un triunfo de uno, ni de dos, ni de tres en un un despacho, el fruto de una multitud de bollos, maris y trans que llevan luchando toda la vida desde hace medio siglo como poco” (Vidarte, 2007).

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Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (1970-1995)

La “Ley de peligrosidad social” fue aprobada por el régimen franquista en 1970 (Ley 16/1970). Esta ley sustituía principalmente a la “Ley de vagos y maleantes”, impulsada por consenso durante la II República para el control de todos los elementos considerados antisociales. Entre ellos se incluía a aquellos que practicaran la mendicidad, la homosexualidad, el vandalismo, el tráfico y consumo de drogas, la venta de pornografía, la prostitución y el proxenetismo. Así como a los inmigrantes ilegales y cualquiera que fuera considerado peligroso moral o socialmente por el régimen. Es modificada el 15 de julio de 1954 con el objetivo de perseguir y castigar cualquier práctica homosexual, y en 1970 Carrero Blanco sustituía el texto por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (LPRS), muy similar a la anterior pero que incluía penas de hasta cinco años en cárceles o manicomios para los homosexuales y demás individuos considerados como peligrosos sociales para que se rehabilitaran. Esta ley junto a la de “ley escándalo público” fueron usadas de forma sistemática para la represión de la homosexualidad en la última parte de la dictadura franquista. Tras la muerte de Franco, el indulto de 1975 y la amnistía de 1976 no incluyó a ninguno de los considerados “peligrosos sociales”. “Entre 1970 y 1979 fueron encarcelados unos mil homosexuales de los cerca de cinco mil que fueron juzgados” (Trujillo, 2008a: 63).

Este es el contexto en el que maricones, bolleras, travestis y transexuales se unirán en frentes radicales para oponerse al régimen franquista y para derogar la ley de peligrosidad social. Habían comenzado a circular por las salas de cine españolas los primeros títulos que abordaban, total o parcialmente, cuestiones como la homosexualidad, el travestismo o la intersexualidad como “Mi querida señorita” (Mi querida señorita, 1971), “Una pareja distinta(Una pareja distinta, 1974), “Los placeres ocultos” (1976), “Carne apaleada” (1977), “Me siento extraña(Me siento extraña, 1977), “El periscopio” (1978), “El diputado” (1978), “Ocaña, retrato intermitente (Ocaña, retrato intermitente, 1979) o “Un hombre llamado Flor de Otoño” (1978), “sin embargo, los sujetos visibles serán ellos, a través de sus creaciones y acciones, y a través de las reacciones ante las represiones y vejaciones que ostensiblemente sufren” (Navarrete, Ruido y Vila, 2005: 160).

En “Dels Drets a les Llibertats. Una historia política del l’alliberament GLT a Catalunya (FAGC 1986-2006)” (Rodríguez y Pujol, 2008) se explica que el movimiento gay en Catalunya y en el Estado español  tuvo el primer referente en el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), que se creó en 1971,  en los últimos años de la dictadura. EL MELH sería el embrión del Frente d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC) (Rodríguez y Pujol, 2008: 23). La tarea del MELH fue muy importante, como detonante de la lucha en contra de la “ley de peligrosidad social” y también como puente con otros movimientos en el resto del mundo que habían ido surgiendo después de la revuelta de Stonewall de Nueva York el 28 de Junio de 1969 (Rodríguez y Pujol, 2008: 23). Se crea el FAGC y posteriormente el Institut Lambda en 1976. En Bilbao surge Euskal Herriko Gay Askapen Mugi Mendua (EHGAM), que formaba parte de la Coordinadora de Marginados, y en 1977 en Madrid,el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR), a los que se les irán uniendo más grupos de tendencia radical (Navarrete, Ruido y Vila, 2005: 165).

Es también la década de los setenta donde comienza el movimiento de liberación de la mujer (Navarrete, Ruido y Vila, 2005). “El año 1975 fue clave para el movimiento feminista de nuestro país” (Garaizabal, 2012: 248), momento en el que la ONU proclama ese año como el Año Internacional de la mujer y en Catalunya la Asociación amigos de la ONU crea el Departament de la Dona (Amiguet, 2011). Ese mismo año se celebran en Madrid las “I Jornadas de la Liberación de la Mujeren contra de las posturas oficiales representadas por la Sección Femenina en el Año Internacional de la Mujer (Es.wikipedia.org, 2015g).

“El 20 de noviembre moría el dictador y, todavía en la clandestinidad, se reunieron mujeres de toda España para levantar su voz y marcar un hito en la historia de nuestro país: el movimiento feminista comenzaba su andadura en una España arrasada por cuarenta años de franquismo, cuya concepción de las mujeres había sido la de fieles esposas dedicadas al servicio del varón y reproductoras de la especie” (Garaizabal, 2012: 248).

En mayo de 1976 culminaron con gran éxito las “I Jornades Catalanes de la Dona (Amiguet, 2011), con una asistencia de casi tres mil personas que se reunieron entre el 27 y 30 de marzo y donde debatieron sobre “lo divino y lo humano” (Garaizabal, 2012: 249) entre otras muchas cuestiones. Estas primeras jornadas provocaron la eclosión de grupos, colectivos y asociaciones a lo largo de toda la geografía española y “confirieron visibilidad y solidez” al incipiente movimiento feminista al mismo tiempo que comenzaban a surgir los primeros foros y debates dentro del mismo (Navarrete, Ruido y Vila, 2005). España comenzaba a despertar de la dictadura que se había prolongado hasta bien entrada la década de los setenta.

“[…] a través de manifestaciones esporádicas, clandestinas, mediante continuas fugas y escisiones, el lesbianismo y feminismo español más crítico y radical es conocedor y coetáneo del que surge en otros contextos. Sin embargo, su espacio de expresión y de influencia está doblemente colapsado, por la existencia de un “sistema patriarcal” y por la experiencia atroz de cuarenta años de dictadura, que van a aplazar, ocultar o paralizar brutalmente las expresiones feministas” (Navarrete, Ruido y Vila, 2005: 159)
“Durante los últimos años del régimen el movimiento se había ido activando en un contexto de protesta pública, manifiestamente callejera y urbana (protestas, saltos, pintadas, boletines, revistas, carteles…) o bien clandestina, a través de la discusión y celebración de encuentros furtivos, bolleros, de escritoras, de pensadoras… alejados del circuito establecido para y por el arte oficial (dentro del régimen), al igual que también quedaban fuera, por “inadecuados”, del circuito que iban articulando sus colegas masculinos” (Navarrete, Ruido y Vila, 2005: 160).

Eran momentos en los que la situación no favorecía los comienzos del feminismo de Estado de Lidia Falcón, con retraso respecto a otros contextos nacionales, ni “la revuelta feminista radical y autónoma que se estaba fraguando a finales de los sesenta y durante la década de los setenta, con su consiguiente explosión de manifestaciones sociales y culturales: artísticas, teóricas, activistas, etc.” (Navarrete, Ruido y Vila, 2005: 159).

“En lo que se ha venido llamando “la práctica política”, el movimiento feminista ha hecho innovaciones de cierta trascendencia. Hay un lema que el feminismo ha puesto en circulación desde sus comienzos (“lo personal es político”), por entender que en aspectos bien importantes de la vida de las personas –que hasta entonces se venían considerando asuntos privados, ajenos por tanto al quehacer público– se ejercía opresión, desigualdad y, en no pocas ocasiones, tiranía. Consecuentemente, lanza a la arena de la batalla social y política muchos de esos elementos de la vida “privada”. La mayor parte de las consignas feministas –por fuerza, sintéticas, como toda consigna– aluden a la necesidad de considerar asuntos de la vida cotidiana de las personas como merecedores de ser considerados sociales, políticos, susceptibles, por tanto, de la actividad central del movimiento: “Manolo, la cena te la haces tú solo”, “Yo también he abortado”, “De noche y de día queremos caminar tranquilas”, “Sexualidad no es maternidad”, “Mujeres somos, mujeres seremos, pero en la casa no nos quedaremos”, “Somos lesbianas porque nos da la gana”, “Democracia en la calle y en la cama” (Pineda en Garaizabal, 2012: 250).

El 26 de Junio de 1977 tuvo lugar la “1ª Manifestación de homosexuales y transexuales en España“ (Quinta,  1977), organizada por el FAGC y activistas independientes cuando todavía era ilegal. Entre cuatro mil y cinco mil personas se manifestaron por las ramblas de Barcelona al grito de “¡Amnistia, ya!”, “¡No somos peligrosos!” y “Mi cuerpo es mío y hago con él lo que me da la gana” (L’armari obert, 2012). Exigían el fin de la represión, la discriminación laboral y las agresiones que sufrían, así como la amnistía para homosexuales y lesbianas, la legalización de las organizaciones y el derecho al libre ejercicio de la homosexualidad. “Sorprendió que hubiera tanta gente, aunque sí esperábamos mucha porque se contaba con el apoyo de todo el tejido social, sindical y político de Barcelona” (Pineda en The Huffington Post, 2012). La manifestación acabó siendo disuelta por las fuerzas del orden público (La Vanguardia, 1977) y se convirtió en el germen de las marchas actuales del Orgullo Gay.

“Varias transexuales figuraban en la cabecera de la manifestación. La aparición pública de las transexuales generó multitud de reacciones de desprecio hacia dicho colectivo, tanto por parte de la prensa como desde diversos sectores de los partidos políticos, incluida la izquierda” (Ramos: 2009b).

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Transfeminismos y Despatologización Trans

En diciembre de 1977 se celebraron en Madrid las “Jornadas contra la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social”. Fruto de estas jornadas se crea, en enero de 1978, el Frente de Liberación Homosexual de Castilla (FLHOC) de marcada tendencia revolucionaria, entre cuyas actividades más destacadas se encuentra la organización, el 26 de junio de 1979, de la primera manifestación del Día del Orgullo Gay en Madrid con la participación de la mayoría de las fuerzas políticas de la izquierda (salvo ORT y PTE), de movimientos sociales (englobados en la Coordinadora de Marginados Sociales), y de centrales sindicales (CCOO, UGT, USO, CSUT, CNT) (Ramos, 2009b). Esta manifestación fue muy importante porque participaron en ella unas diez mil personas con el firme propósito de demostrar que la opción sexual y la opción de género eran cuestiones  políticas. “En la manifestación, cuya cabecera contaba con la presencia de numerosos travestis y transexuales, se proclamaban consignas como: “Abajo la Ley de Peligrosidad Sexual”, “Amnistía sexual”, “Pleno derecho sobre el propio cuerpo” y “Somos personas, no payasos” (Ramos, 2009b).

“Existían diferentes posicionamiento ideológicos en relación con el debate sobre el tipo de imagen pública que convenía que diera el movimiento a la sociedad y a los medios de comunicación. La defensa de la “pluma” de los gays era rechazada por un sector del movimiento por considerarla expresión de la diferencia homosexual que combatían, mientras era defendida por otro. El CGAG defendía, en oposición al FAGC, que los travestis ocuparan la cabecera de las manifestaciones en lo que constituía una defensa de esa diferencia y de la necesidad de mayores niveles de visibilidad (de las otras minorías sexuales). En el caso de las lesbianas, existía, en general, un rechazo a la pluma masculina entre las propias lesbianas politizadas y las feministas heterosexuales, como ocurrió posteriormente en los colectivos de feministas lesbianas” (Trujillo, 2008a: 76-77).

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Transfeminismos y Despatologización Trans

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Icono barco“MASCULINIDADES TRANSGRESORAS”
La pluma azul

Pocos días después se celebraron también en Barcelona las “Jornadas Libertarias Internacionales(Es.wikipedia.org, 2014bLas Jornadas Libertarias, Parc Güell 1977 (versión 2), 1977), el último congreso anarquista internacional acontecido en España, al que acudieron seiscientas mil personas. Entre el 22 y el 24 de Julio de 1977 los debates se sucedieron en el Saló Diana (Jornadas Anarquistas Internacionales Barcelona 1977. Debats al Saló Diana, 1977), en el Carrer San Pau, en el Carrer Nou de La Rambla y en el Parc Güell, donde participaron personajes de la cultura español además de algunos intelectuales extranjeros. Las jornadas del Parc Güell fueron famosas porque en ellas participaron los artistas Jaume Sisa, Ocaña o Pau Riba (Jornadas Anarquistas Internacionales Barcelona 1977. Parc Güell, 1977). Para el acontecimiento se editó el periódico “Barcelona Libertaria” en el que intervinieron “Ajoblanco” (Ajoblanco, 1977) y colaboradores libertarios de la Confederación Nacional de Trabajo (CNT). Algunos de los participantes de las Jornadas Libertarias Internacionales acudieron también, unos días después, al Festival Canet Rock (Ca.wikipedia.org, 2015), celebrado durante los últimos días de julio. La edición del festival de ese año se recuerda por la actuación del cantante Pau Ribas en la que se travistió para subir al escenario como una forma de denuncia.

Por una libertad sexual
Abolición Ley Peligrosidad Social
“El que en los festivales de rock, de barrios de partidos y en las fiestas populares o libertarias algunos individuos se travistan y salgan al escenario provocativamente y se desnuden, no es puro folklore, es una actitud de denuncia contra la moral burguesa y la represión”. Extracto de “Barcelona Libertaria” (Ajoblanco, 1977).

Este es el contexto de la Barcelona “canalla” de los setenta en la que el pintor Ocaña, junto a sus inseparables  Nazario y Camilo andaban “a sus anchas” por el barrio del Raval subvirtiendo el orden público (La Diosa Ocaña revolucionando las Ramblas de Barcelona, 1978; La macarena de Ocaña en procesión, 2007) y exponiendo sus prácticas artísticas (Ocaña. Exposición en la Galería Mec Mec, 1977). El 24 de julio de 1978 la Guardia Urbana de Barcelona detuvo al pintor por vestirse de mujer en la noche de la verbena de San Jaime (El País, 1978), originándose una serie de incidentes que se prolongaron durante gran parte de la noche (Archivo Ocañí, 2015). Ocaña y Nazario fueron golpeados, detenidos y trasladados a la cárcel de La Modelo a la espera de la decisión judicial. El FAGC organizó una manifestación el 30 de junio, que fue desde las Ramblas hasta la plaza Real, pidiendo la liberación de Ocaña y el resto de compañeros detenidos, y protestando por la represión continua y solapada que se ejercía sobre los homosexuales (Archivo Ocañí, 2015). La manifestación  de nuevo fue disuelta violentamente por los agentes de la policía. Justo un mes más tarde volvieron a las Ramblas, esta vez sin carreras, para celebrar la puesta en libertad de Ocaña y denunciar la represión al ritmo del cha-cha-cha y bajo el lema ”Somos cachondas, no peligrosas“ (Ramos: 2009b).

En el libro “Deseo y resistencia. Treinta años de movilización lesbiana en el Estado español(Trujillo, 2008a), la autora nos cuenta como las primeras lesbianas que comenzaron a movilizarse lo hicieron en el interior de los frentes de liberación homosexual, en los que mantuvieron la autonomía organizativa.

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De la necesidad de un imaginario lesbiano

Se produjo por fin, en 1978, la derogación del artículo 416 del Código Civil que condenaba el adulterio  femenino, y se reguló el uso de los anticonceptivos. Un año después se celebraron en Granada las “II Jornadas  Estatales de la Mujer(1979) (CEOF, 1979Jornadas 79, 2009Jornadas Feministas Estatales. 30 años después, 2009), y en 1980 en Madrid, las primeras “Jornadas Lesbianas Estatales”. Se reunieron en Granada unas mil doscientas participantes a lo largo de tres jornadas, en las que se abordaron los problemas que más preocupaban en ese momento a la mujer, la maternidad, la juventud, el matrimonio y la familia, la mujer y la educación, los medios de comunicación, el feminismo y la lucha de clases, los centros de mujeres, el trabajo, el aborto, la sexualidad y la reforma del Código Penal (Castro, 1979Prades, 1979).

“En las multitudinarias jornadas de Granada, se pusieron ya sobre la mesa nuevos temas como “el feminismo de la diferencia y de la desigualdad o el debate en torno a la pornografía marcando una nueva etapa en el movimiento. […] Para algunas participantes, y analistas, sin embargo, iniciaron del declive del feminismo organizado” (Navarrete, Ruido, Vila, 2005: 162).

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Del Postporno al activismo Feministapornopunk

Como consecuencia de las presiones realizadas en los últimos años por parte del Movimiento de Liberación Homosexual se eliminaron, en enero de 1979, varios artículos de la ley, entre ellos el referente a “los actos de homosexualidad”. Las luchas de los colectivos del movimiento de liberación gay se centraron entonces en conseguir modificaciones de “la ley de escándalo público”, que se consiguieron en 1983, aunque la ley estuvo vigente hasta 1989 (Ramos, 2009b). La LPRS fue derogada definitivamente el 23 de noviembre de 1995. En la disposición adicional tercera de la Ley Orgánica de protección de datos 15/1999 (Ley 15/1999), se declararon confidenciales los archivos policiales de todos los reprimidos con esta ley, y sólo los historiadores puede acceder a sus datos con fines estadísticos.

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Transfeminismos y Despatologización Trans

La década de los ochenta comenzó con la aparición de los primeros casos de sida, estigmatizando y criminalizando, aún más, a la población homosexual y transexual. El primer caso se diagnosticó en octubre de 1981 en el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, apenas cuatro meses después del 5 de junio de 1981 (Rtve.es, 2011), fecha en la que se descubrieron los cinco primeros casos en todo el mundo en la ciudad de Los Ángeles (EE.UU). En ese momento no se hablaba de sida como tal, se le puso nombre un año después sin saber todavía qué era lo que provocaba el daño en el sistema inmunológico de las personas afectadas, y en 1983 se descubrió el virus (Rtve.es, 2010). “La crisis del sida reflejó las carencias de todo el sistema sanitario y puso de manifiesto la moral reaccionaria, o la doble moral, de los gobernantes y gestores del llamado bien común o Estado del bienestar” (Carrascosa y Vila, 2005: 47).

“El sida, sin duda alguna, ha sido, es y será, porque no parece que haya ninguna voluntad de atajarlo, una de las mayores catástrofes humanitarias que jamás hayamos conocido. Sus muertos son muchos más que los que han producido las diferentes guerras ocurridas tras la Segunda Guerra Mundial, más que los que dejaron sus vidas en carreteras, trenes o aviones, muchos más que los que han dejado a su paso terremotos, tsunamis, olas de frío o sequías”  (Carrascosa y Vila, 2005: 46).

En España, las personas con sida “se fueron movilizado en frentes conjuntos desde finales de la década de los ochenta para demandar medicamentos, programas de prevención y tratamiento adecuados, y para exigir unos servicios de salud integrales que fueran completamente gratuitos” (Carrascosa y Vila, 2005: 47). Los grupos La Radical Gai (LRG) y Lesbianas Sin Duda (LSD) comenzaron una etapa de militancia conjunta en la que  realizaron varias acciones callejeras reivindicativas como la intervención el 1 de diciembre de 1996, Día internacional de la Lucha contra el Sida, frente al Ministerio de Sanidad (Carrascosa y Vila, 2005: 55). Irrumpen las “multitudes queer” en el contexto español.

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La irrupción de las “multitudes queer”

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Ley del divorcio (1981) 

Otro de los hitos de la década de los ochenta fue la aprobación de la “ley del divorcio” (Ley 30/1981). Durante la II República, la Constitución de 1931 y la Ley de 1932 proclamaban que el matrimonio se fundaba en la igualdad de derechos para ambos sexos, permitiendo la disolución por mutuo acuerdo o por la solicitud de cualquiera de los contrayentes. Hasta entonces, las cuestiones sobre matrimonio y divorcio se regían por el Código Civil de 1889, y la disolución del matrimonio solo podía llevarse a cabo debido a la muerte de uno de los cónyuges. Los políticos progresistas de la época consideraron esta ley como una de las leyes que contribuirían a la liberación de la mujer de la tiranía a la que había estado sometida en la monarquía. La Ley de 23 de septiembre de 1939, derogó la ley del divorcio de 1932 y declaró nulas todas las sentencias de divorcio (Es.wikipedia, 2014).

La dictadura franquista comenzó imponiendo un nuevo modelo para la mujer, que será considerada como un eslabón para el mantenimiento de la familia y mantendrá el rol “mujer-esposa-madre” sostenido por los ideales de la Iglesia católica. En 1934 se constituyó, dentro de la Falange Española, la Sección Femenina, institución dirigida por Pilar Primo de Rivera, la hermana del fundador del partido. La institución fue la responsable, una vez se impuso la dictadura, del adoctrinamiento ideológico de niñas y mujeres en los valores de buenas patriotas, buenas esposas y buenas cristianas hasta su disolución en 1977, después de la muerte del dictador. Durante los casi cincuenta años que duró la dictadura, la mujer perteneció al hombre y siempre fue considera inferior a éste.

“Cuando estéis casados, pondréis en vuestra tarjeta de identificación vuestro nombre y apellido de familia. Seguido de la partícula “de”, y después el apellido de familia de vuestro marido. En España, se dice Señora de Durán. Esta fórmula es muy agradable porque demuestra que pertenecemos a nuestro marido” (Sección femenina).
“El marido es superior, es la cabeza de la mujer, y ella, le es igual. Así, el marido debe tratarla como un ser inferior, sin dejar los principios de la amistad y debe tratarla igualmente sin olvidar los derechos de superioridad” (Sección femenina).

En 1977, cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas, la sociedad española comenzaba a transformarse y el divorcio era apoyado por una amplia mayoría de ciudadanos. El retraso en su legalización, tras la elaboración de la Constitución de 1978, obedeció a los equilibrios políticos de la transición, las fuertes presiones de la Iglesia católica y también a la pasividad de buena parte de la izquierda parlamentaria. “Con su actitud de manifiesta pasividad ante la imposición de UCD de un seudodivorcio «bendecido» por la Iglesia, el no menos triste espectáculo de la división del movimiento feminista en un tema que afecta principalmente a las mujeres” (Carracedo, 1979). En 1979, Empar Pineda afirmaba en la Tribuna Libre del 7 de octubre “Divorcio, sí; ¿pero qué divorcio?” (Carracedo, 1979) y denunciaba que existía un importante sector dentro del movimiento feminista que no apoyaba el proyecto de ley elaborado por la mayoría de los grupos que  integraban la Coordinadora Feminista del Estado Español (CFEE). Pasaron varios meses recogiendo firmas para hacer llegar al Parlamento el proyecto elaborado por la Asociación de Mujeres Separadas en el que reclamaban “la subsistencia material de las mujeres divorciadas sin recursos económicos propios, manifestando que una ley del divorcio no solucionaría la falta de autonomía económica de las mujeres, haciendo que éstas tuvieran que soportar una convivencia que no deseaban” (Carracedo, 1979).

La “Ley 30/1981, por la que se modifica la regulación del matrimonio en el Código Civil y se determina el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separación y divorcio” (Ley 30/1981) fue aprobada, tras casi dos años de fuertes debates, por el gobierno de Adolfo Suárez (Marín, 1981), enfrentándose a la Iglesia Católica y a las discrepancias internas dentro de la propia UCD (Prades, 1981). La iglesia amenazó con la imposibilidad de aplicación de la ley al matrimonio canónico y recordó al legislador cuáles fueron sus compromisos contraídos en la firma del Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre asuntos jurídicos (Mate, 1981). La ley quedaba con un marcado carácter progresista y finalmente no incluyó la cláusula de dureza, es decir, la posibilidad de que el juez denegase el divorcio (Prades, 1981).

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Ley del Aborto (1985)

“Si en los años setenta la lucha por los derechos y libertades básicas y contra la dictadura había propiciado la cohesión del MF, a partir de la celebración de las Jornadas de Granada (1979) la división del movimiento se había hecho evidente. El aborto es la reivindicación que aglutina a las diferentes corrientes del movimiento a principios de los ochenta, al tratarse de una demanda que exige movilizaciones en la calle y el mantenimiento de la protesta hasta su consecución” (Trujillo, 2008a: 129).

La problemática del aborto produjo durante la década de los ochenta una multitud de movilizaciones. La primera manifestación de quienes defendían el derecho al aborto tuvo lugar el día 8 de marzo de 1978, Día de la Mujer Trabajadora, en la que participaron entre diez y quince mil personas en Madrid, Barcelona y Bilbao fundamentalmente, solicitando “la amnistía para las mujeres procesadas o encarceladas por delitos específicos de su sexo y prácticas abortivas, información sexual y anticonceptivos. En Madrid esta  manifestación acabó con enfrentamientos con la policía (Hernández, 1992: 283). Se da a conocer el procesamiento de las “11 de Bilbao” acusadas de la práctica de abortos.

“Con su declaración de autoinculpación pretendían, aparte de provocar el consiguiente impacto en la opinión pública, formar a las autoridades judiciales a iniciar contra ellas un proceso masivo, con las consecuentes repercusiones propagandísticas. Seis días más tarde, la actuación de estas mujeres fue secunda por unas mil doscientos hombres, políticos, médicos, biólogos, escritores, profesionales del arte y los espectáculos, periodistas, abogados, psicólogos, economistas, ingenieros, arquitectos, profesores, quienes admitieron haber sido cómplices en delitos de “aborto provocado” afirmando: “Yo también he abortado” (Hernández, 1992: 283).

Se sentaba un precedente legal para la defensa de los derechos de la mujer y obligaban al gobierno de Felipe González a elaborar la primera ley del aborto de la democracia, que se aprueba en 1985 (Ley Orgánica 9/1985), en la que se despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo en tres supuestos: en caso de que haya “grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada” en cualquier momento de la gestación, en caso de violación en las doce primeras semanas y en caso de que “se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas” en las primeras veintidós semanas y se establecen penas de entre seis meses hasta ocho años de cárcel e inhabilitación (Ley Orgánica 9/1985). “La ley del aborto sigue siendo una asignatura pendiente, así como todos aquellos aspectos que posibiliten conformar e informar en libertad los cuerpos y las vidas de lesbianas, maricas, transexuales, prostitutas, transgéneros, intersexuales” (Navarrete, Ruido y Vila, 2005: 163). El aborto fue, también, una de las cuestiones políticas que pusieron en evidencia el conflicto que existía entre el feminismo institucional y el no institucional.

“Una vez aprobada la Ley del aborto, la movilización más destacada y la que posibilitó iniciativas unitarias fue la lucha contra la violencia sexista. Hacia finales de la década de los ochenta se hace necesario, no obstante, reformular la política feminista atendiendo a la diversidad del conjunto de las mujeres y de sus demandas. Este proceso es el que ha marcado el desarrollo de los grupos feministas en los años noventa, en los que los diferentes colectivos empiezan a orientar su actividad a aspectos relacionados con las prostitutas, las inmigrantes, las mujeres gitanas, las jóvenes o las transexuales (Pineda, 1995: 110). Y las lesbianas” (Trujillo, 2008a: 129).

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De la necesidad de un imaginario lesbiano

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Transfeminismos y Despatologización Trans

En 2010 se aprobó la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo (Ley Orgánica 2/2010), impulsada por el gobierno de Zapatero, que permitió el aborto libre durante las catorce primeras semanas de gestación y que las menores no necesitasen el consentimiento paterno para poder interrumpir su embarazo, entre otros supuestos. Con la llegada del PP al gobierno en las elecciones de 2011, Rajoy presentó una reforma más restrictiva que la ley aprobada en 1985 (Cebrio, 2010). Tras varios años de fuertes debates e intensas movilizaciones, tanto por parte del movimiento feminista, como de la Iglesia católica, la ley de 2010 todavía no se ha reformado (Garea, 2015). En un intento de búsqueda del “centro político” por parte del gobierno, Rajoy dejó caer al ministro de justicia, Alberto Gallardón, quien dimitió el 23 de septiembre de 2014 (Gutiérrez y Romero, 2015).

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La ley de parejas de hecho (1998)

Una vez derogada la LPRS, los Frentes libertarios habían entrado en un fase desmovilización. Comienzan unos años de tolerancia, una etapa de ocio y disfrute de los espacios a la que Juan Vicente Aliaga y Jose Miguel Cortes van a llamar “guetto despolitizado” (Llamas y Vila, 1997).

“La despenalización de los actos de homosexualidad unida a la aparición de una escena comercial gay, suerte de jaula dorada o de espacio de semilibertad, en la que se podía estar al amparo de miradas derogatorias, tuvieron un efecto claramente desmovilizador” (Aliaga, Cortés, 2003: 38).

“En la segunda mitad de los años ochenta se suceden los casos que evidencian las lagunas legales en torno a las parejas y los hijos/as de gays y lesbianas” (Trujillo, 2008a: 177). Comenta Trujillo que las primeras iniciativas de uniones civiles entre gays y lesbianas comienzan en Europa en 1989 y en los años noventa la Unión Europea comienza a involucrarse en esta cuestión (Trujillo, 2008a: 178). El 5 de mayo de 1994, la Ministra de Asuntos Sociales, Cristina Alberdi, se comprometió a redactar con los colectivos LGTB una ley de uniones de hecho (Utiel, 1994). En 1996, el Partido Popular ganó las elecciones generales. Manteniendo una actitud “poco receptiva” al movimiento LGTB, Amalia Gómez, entonces Secretaria de Estado de Asuntos Sociales declara que la ley de parejas no es una prioridad (Cañas, 1996). “A partir de ese momento se intensifican los contactos y la relación entre los colectivos y los partidos de izquierda, IU y el PSOE, ahora en la oposición” (Trujillo, 2008a: 182). Este es el contexto en el que comienzan a crearse los grupos de lesbianas y gays dentro de los grupos políticos para incluir sus demandas en los programas electorales. En 1989 se había creado el Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (COGAM) y en 1992 se funda la Federación Estatal de Gais y Lesbianas (FELGTB), a propuesta de COGAM, el Comité Reivindicativo y Cultural de Lesbianas (CRECUL) y otras asociaciones LGTB de Madrid después de la separación histórica de la Coordinadora de Frentes de Liberación Homosexual del Estado Español (COFLHEE).

“La ley de parejas se debate finalmente en marzo y mayo de 1997 en el Parlamento. […] Tras ser rechazadas, con los votos de PP, PNV y CIU, las proposiciones de ley de parejas de hecho del PSOE (que no incluía la adopción) y la de IU (que sí), el Congreso finalmente aprueba la proposición de ley de parejas de hecho presentada por Coalición Canaria, por la abstención de CIU” (Trujillo, 2008a: 184).

La Ley de parejas de hecho (Ley 10/1998) se convirtió en un proyecto de mínimos que las lesbianas feministas rechazaron por no admitir la adopción de menores en parejas homosexuales: un tema al que no podían renunciar (Trujillo, 2008a: 184).

“Es una lucha específica que ha encabezado el colectivo de lesbianas. Los colectivos de gays han reivindicado el derecho a la adopción, pero no era una prioridad para ellos, para nosotras esa era la prioridad. Por eso, cuando nosotras reivindicamos una ley de parejas, no era de parejas, era de familia […], porque hemos compartido, porque vivimos con nuestros hijos, eso para empezar” (De León en Trujillo, 2008a: 184).

“El PP finalmente presentó un Proyecto de Ley Orgánica de Contratos de Unión Civil, en el que eliminaba la equiparación de las parejas de hecho al matrimonio, y negaba el carácter afectivo de las primeras” (Trujillo, 2008a: 184). Meses después corrige el proyecto “eliminando los términos de afectividad y opción sexual, que levantó las críticas de los grupos de izquierda” (Trujillo, 2008a: 185). La reivindicación del matrimonio “no representaba una necesidad inmediata” (Trujillo, 2008a: 186) para los colectivos LGTB, sin embargo, a finales de los noventa, la CGL, el COGAM y el conjunto de la FELGTB comienzan a cambiar su postura. Los colectivos gays pretendían primero conseguir la ley de parejas de hecho y después saltar a la reivindicación del matrimonio. Las lesbianas feministas mostraron su desacuerdo ante la “estrategia incremental” (Trujillo, 2008a: 186).

“Y claro, luego ya intuimos que se pedía la ley de parejas como paso al matrimonio y nosotras dijimos que el matrimonio no lo íbamos a reivindicar nunca. Que apoyaríamos si otros lo reivindicaban, pero que nosotras no lo íbamos a reivindicar nunca. Y ahí hubo una escisión [en noviembre de 1994], no se podía trabajar, no teníamos objetivos comunes” (De León en Trujillo, 2008a: 186).

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Ley de matrimonio homosexual (2005)

Durante la década de los noventa, algunas comunidades autónomas habían aprobado legislaciones propias sobre parejas de hecho. La primera en Cataluña, aprobada en 1998, que no permitía la adopción. En el 2000, Navarra aprobaba una ley similar, con la oposición de UPN, que sí permitía la adopción y que fue recurrida por el PP con el argumento de que debía protegerse a los menores. A nivel nacional, se habían producido varios intentos desde 1994 por aprobar una ley de parejas de hecho sin éxito. En 2001 se presentaba la primera propuesta para modificar el Código Civil y permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Mientras tanto, el barrio madrileño de Chueca y el Gai Example barcelonés comienzan a surgir “como réplicas españolas del Soho londinense, el Village neoyorquino o el Castro de San Francisco, territorios urbanos ganados por las minorías sexuales” (Trujillo, 2008a: 192), creando una subcultura de carácter comercial que va a generar una identidad colectiva (Duyvendak en Trujillo, 2008a: 192). Vidarte y Llamas (1999), sobre el proceso de gentrificación de Chueca (Vidarte y Llamas, 1999; Aliaga y Cortés, 2000; Trujillo, 2008a), explican como todo cambió a partir de 1995, cuando se aprobó el Código Penal, que definió la protección de la orientación sexual como un derecho. En la  manifestación de 1996 salieron a la calle en Madrid más de tres mil personas y se utilizó la primera carroza. En 1998 aparece la revista Zero (1996-2009) que presentó en portada, fuera del armario, a un militar, a un sacerdote, artistas… Por esa época llega Boris Izaguirre a España, Dana International gana Eurovisión y es el año en que el efecto de los antirretrovirales comenzó a notarse tras el duro azote del sida (Petit, 2003).

Sectores muy importantes del movimiento LGTB, con respaldo mediático y gran proyección pública, comenzaron a adoptar un discurso que, al margen de las diferencias políticas, hicieron del “mercado rosa” un aliado que influyó en las personas LGTB y señalizó el camino que tenían que seguir para ser “ciudadanos respetables”. Frente al movimiento oficial LGTB, que extendió una cierta aceptación a la diversidad ligada a estereotipos vinculados al consumo y a una visión “normal” de la sexualidad, todo un circuito alternativo de identidades comenzó a resistirse y a promover la no universalización de sus experiencias identitarias, poniendo en cuestión los mecanismos de poder que producen experiencias vitales fijas y naturalizantes.

“Frente a la sección moderada del movimiento LGTB, “el movimiento queer” se ubica en los márgenes, y sus objetivos no se agotan en las cuestiones “relevantes” como la negociación institucional, las pautas del consumo rosa o la presencia incuestionada en los media” (Llamas y Vila, 1997: 223).

Icono barco“EL EJE DEL MAL ES HETEROSEXUAL”
Irrumpen las “multitudes queer”

En este contexto (gentrificación de Chueca, Capitalismo Rosa, ocio gay y espectacularización televisiva) se va a legalizar el Matrimonio entre personas del mismo sexo. Pedro Zerolo, el que fuera presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), Jordi Petit, de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Cataluña y ex-secretario de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gais (ILGA), Beatriz Gimeno y Boti García fueron algunos de los grandes impulsores del proyecto de ley. “Hasta cinco propuestas se presentaron durante las legislaturas de mayoría del Partido Popular” (De Benito, 2015a). El PSOE, dirigido por Rodríguez Zapatero, se presentó a las elecciones con un programa que incluía el compromiso de posibilitar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Tras el triunfo socialista en las elecciones de 2003 y después de muchos debates en la calle y en el Congreso, el 30 de junio de 2005 se aprobó la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio (Ley 13/2005; Es.wikipedia.org, 2015h; Elmundo.es, 2005; Martín, 2010). La iglesia la consideró un ataque directo a la institución del matrimonio y se mostró muy preocupada ante la adopción de menores por parte de parejas homosexuales, surgiendo objetores de conciencia por todo el país. El Partido Popular presentó un recurso en el Tribunal Constitucional que se resolvió finalmente el 6 de noviembre de 2012, siete años después de su tramitación, a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. Unas cuatro mil quinientas parejas contrajeron matrimonio durante el primer año de vigencia de la ley.

Icono barco“MASCULINIDADES TRANSGRESORAS”
Otro hombre-mujer

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Ley de igualdad (2007) 

El 23 de marzo de 2007 se aprueba la “Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres(Ley Orgánica 3/2007) en memoria de Clara Campoamor, una de las primeras diputadas en las Cortes de la II República que defendió el derecho a voto de las mujeres en 1931. Promovida por el gobierno socialista, la ley fue respalda por todos los grupos excepto el PP que se abstuvo. Con su aprobación se implementaban las directivas europeas sobre igualdad en el ámbito laboral y la lucha contra la discriminación y el acoso sexual, se ampliaba la baja maternal e introducía por primera vez el permiso de paternidad de 15 días, se obligaba a las empresas  de más de 250 trabajadores a negociar planes de igualdad  y se regulaba la paridad en las listas electorales y en los consejos de administración (Solá, 2011a: 38).

Lucas Platero observa que en el texto se reconoce, a través de diversas referencias, “la diversidad de las experiencias de las mujeres, al mencionar la discriminación múltiple, pero no presta atención ni a sus causas ni a los efectos recíprocos que tienen las distintas desigualdades” (Platero, 2008c: 183), y denuncia que la ley no supuso cambios importantes “en los roles, en el papel de la sociedad y sus instituciones, ni supone un cambio trascendental a la hora de enfrentarse a la desigualdad” (Platero, 2008c: 183).

En “Queremos las lesbianas ser mujeres? Las lesbianas a los ojos del feminismo de Estado: representaciones y retos de las sexualidades no normativas” (Platero, 2008c), Platero se cuestiona dónde están las lesbianas en los discursos de las políticas de igualdad y llega a la siguiente conclusión:

“La ausencia de las lesbianas es la representación dominante en las políticas de igualdad de género. El lesbianismo representa las sexualidades no normativas, que están ausentes de la mayoría de las políticas de igualdad. Esta invisibilidad tiene que ver con las resistencias a conceptualizar a las mujeres fuera del patrón hetrerosexista: las políticas de igualdad tienen capacidad para ir incluyendo cada vez las realidades complejas de las mujeres, como la violencia contra las mujeres, la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, etc., que sin embargo, persisten en presentar a la mujer normativa como heterosexual” (Platero, 2008c: 184).

 

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De la necesidad de un imaginario lesbiano

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Ley de identidad de género (2007)

Después de treinta años de lucha del Movimiento Transexual en España se aprueba en 2007 la “Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas(Ley 3/2007), que permitió a las personas trans a partir de entonces modificar la referencia del nombre y sexo en los documentos oficiales sin necesidad de someterse a una operación genital y sin procedimiento judicial (El País, 2007).

Icono barco“AQUÍ ESTÁ LA RESISTENCIA TRANS”
Transfeminismos y Despatologización Trans

A finales de 2014 se aprueba en Catalunya la “Llei 11/2014, de 10 d’octubre, per a garantir els drets de lesbianes, gais, bisexuals, transgèneres i intersexuals i per eradicar l’homofòbia, la bifòbia i la transfòbia(Llei 11/2014), que incluirá de forma novedosa los términos “transgénero” y “transidentidad”.

“Aquesta llei empra el terme transgènere per a referir-se a les persones que se senten del sexe contrari al que se’ls ha atribuït en néixer segons llurs característiques biològiques i a les persones que no s’identifiquen exactament ni amb un home ni amb una dona segons la concepció tradicional dels gèneres, tot això amb independència que aquestes persones s’hagin sotmès o no a una intervenció quirúrgica. Les persones transsexuals, doncs, resten incloses dins la denominació de persones transgènere. En el mateix sentit, la transsexualitat resta inclosa dins la denominació genèrica transidentitat, que designa la condició o la qualitat de transgènere” (Llei 11/2014).

Sin embargo, la incapacidad o falta de “voluntad política” (Vargas, 2015) del gobierno catalán a la hora de  trasladar estos derechos a nivel estructural, tiene como consecuencia que sigan siendo las personas trans las que tengan que luchar a nivel individual por conseguir un trato digno en cada faceta de su vida. Las personas “transgénero” todavía tienen un largo camino a recorrer para conseguir ser tratados como desean y merecen en la Seguridad Social o en la Universidad, por nombrar algunos de los múltiples espacios que todavía les son hostiles.

Dentro del ámbito universitario catalán y pese a la aprobación de esta ley, solo una universidad dispone de un protocolo de actuación para personas trans. La Comissió d’Igualdad d’Oportunitas de la UPC aprobó el 14 de noviembre de 2014 el “Protocol d’actuació canvi de non persones comunitat transsexual UPC” (UPC, 2014) con las que permite el cambio de nombre “de uso común” para aquellas personas que se encuentran en el proceso de transición y el “nombre legal” para aquellas personas que han finalizado su proceso legal de cambio de nombre. Todo un paso adelante, pero no incluye el transgenerismo como opción y solicita algunos documentos de carácter personal para que se acepte el trámite en cada caso. La Universidad de Barcelona todavía no dispone de este protocolo, pese a ser una de las universidades como más reconocimiento internacional de España. Mediante la iniciativa de activistas trans independientes y la colaboración de la Comisión de Igualdad de la UB se está trabajando para que además de los derechos aprobados por la UPC se amplíe el rango de actuación también a personas transgéneros. Esta tesis es un acto de denuncia que tiene la voluntad de motivar a la UB para que se dé cuenta de la realidad y la diversidad de toda la comunidad UB.

Lucas Platero en su conferencia “Cambiarse de nombre, procesos migratorios y derechos trans” (Platero, 2014) del seminario “Sobre fronteras y cuerpos desplazados: Diálogos Inter-Epistémicos” (Ayp.unia.es, 2014c) nos habla de los procesos de cambiarse de nombre, de migración, de derechos trans y de interseccionalidad. Relata cómo en el contexto de los años 2000 la prensa internacional presentaba a España como un lugar de vanguardia en cuanto a derechos sexuales y de igualdad de género gracias a dos grandes hitos: la ley del matrimonio homosexual y la creación del ministerio de igualdad, que van a funcionar como indicadores del “estatus de igualdad” (Platero, 2014).

“El gobierno español quiere presentarse como un estado moderno, orientado hacia Europa y que tiene una estabilidad que le permite cumplir con los requisitos que le exige la troika y por tanto paliar su deuda. Y al mismo tiempo es un estado que utiliza el racismo, el clasismo el sexismo, la homofobia y la transfobia para disciplinar al que no quiere o no puede cumplir con los estándares de normalidad” (Platero, 2014).

Platero realiza una llamada de atención a la ausencia de discursos sobre otros indicadores como “la desigualdad social, el estatus migratorio, la clase, el género y la sexualidad, o como se manifiestan las opciones vitales de las personas” (Platero, 2014a).

“Mientras se están alcanzando derechos tan importantes como los derechos de las parejas de hecho, el matrimonio de las personas del mismo sexo, el derecho a cambiarse registralmente el sexo para las personas trans, o el acceso al aborto para las mujeres jóvenes, la legislación sobre inmigración se ha ido volviendo cada vez más restrictiva” (Platero, 2014a).

Platero nos invita a pensar cómo “los efectos interseccionales del cambio de nombre constituyen una oportunidad para el activismo transnacional, pues nos muestran que los tránsitos entre Latinoamérica y el Estado español están generando una serie de luchas que podemos entender como compartidas” (Platero, 2014). “Papeles para todxs” es un lema que caracteriza las manifestaciones en contra de las nuevas leyes migratorias. La elección del título de este capítulo no es fortuita. Hay que continuar reclamando el acceso a la ciudadanía para todxs y vincular estas luchas con la equiparación de derechos de las parejas de hecho o los trimonios con el matrimonio, la lucha por el registro de niñxs de unidades parentales de más de dos personas, la legalización de la prostitución, la reproducción asistida para homosexuales y lesbianas, etc. Irrumpen lxs sujetxs transfronterizxs.

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Transfeminismos y Despatologización Trans