1994 · Es-cultura lesbiana

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“Es-cultura lesbiana”. Serie fotográfica. 1994-95. LSD.

“Es-cultura lesbiana”. Serie fotográfica. 1994-95. LSD.

Hartza.com, (1995). Es-cultura lesbiana. LSD. [en línea] Disponible en: http://www.hartza.com/lsd/escultu.html [Consultado 21 Oct. 2015].

LSD, (1995). Fanzine “Non Grata”. Nº 1. Madrid: LSD. [en línea] Disponible en: http://www.hartza.com/lsd/ng1.html [Consultado 21 Oct. 2015].

LSD. Entrevista a Fefa Vila, (2004). [Vídeo] España: Marcelo Expósito. Disponible en: https://youtu.be/14w_W9QyghQ [Consultado 21 Oct. 2015].

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A principios de los noventa los colectivos La Radical Gai y LSD (Hartza.com, 1995) fueron muy críticos con las políticas aislacionistas de los grupos LGTB mayoritarios (Aliaga, 2013: 68) y expresaron sus prácticas a través de sus fanzines De un plumazo y Non Grata, además de pasquines y panfletos. En 1994 el grupo queer LSD presenta la serie fotográfica “Es-cultura lesbiana” en el bar La Lupe y posteriormente en El Mojito, en el barrio madrileño de Lavapiés, dentro de una campaña de acción y visibilidad del colectivo (Trujillo, 2005: 33). En los textos “De la necesidad de una acción lesbiana” (LSD, 1995) y “De la necesidad de un imaginario lesbiano” (LSD, 1995) se preguntan porqué las lesbianas carecen de representaciones. Las imágenes “Queerpos que mutan”, “Es-cultura lesbiana” y “Sub-jetas” son una respuesta a esa carencia. Las fotografías, con una clara base performativa, muestran sin tapujos, sin vergüenza, el deseo y la sexualidad entre mujeres. Son unas imágenes atrevidas y hermosas en las que aparecen primeros planos de genitales, cabezas rapadas y botas militares, “totalmente insólitas entonces en el contexto español” (Aliaga, 2013: 68). Con estas imágenes pretendían “autoidentificarse desde la perversidad y la disidencia que conlleva el hacer visibles nuestros cuerpos, el mostrarnos excitadas, mojadas, frotadas, jadeantes… porque sólo desde nuestro cuerpo podemos existir, podemos ser lesbianas” (LSD, 1994).

“En la exposición de LSD titulada “Es-cultura lesbiana” el cuerpo bollero irrumpe en escena, sin necesidad de vistos buenos, como cuerpo disidente y orgullo que reivindica placeres diversos (y perversos) al margen de la norma y el control heterosexual. LSD presenta aquí una mirada propia carga de subversión en torno a los deseos y placeres lesbianos, que transgrede las representaciones previas del lesbianismo feminista (homogeneizadoras y no sexualmente explícitas) y las dirigidas a un público heterosexual masculino (lesbianas hipersexuales con looks muy femeninos). Las imágenes queer suponen un giro radical: son esa irrupción de los cuerpos con múltiples deseos, sujetos y sexualidades invisibles que interpelan a esas otras miradas y discursos sobre sí mismos (Trujillo, 2005: 34).

 

 

“En este mundo definido por una economía desarraigada, capitalista, de consumo, y, más allá de ello, por la intenacionalización e interconexión múltiple del fenómeno hetropatriarcal, donde todo es susceptible de ser convertido en mercancía y, por consiguiente, de entrar a formar parte del entramado de relaciones sociales determinado por la jerarquía, la apropiación y la subordinación de los unos por los otros, cabe y debe preguntarse – desde una mirada lesbiana – cuáles están siendo las producciones simbólicas que del cuerpo femenino se ofrecen; dicho de otro modo, cuáles están siendo las representaciones sexuales definidas como explotación, y cuáles, en contraposición a éstas, pueden contribuir a la deconstrucción y, en definitiva, pueden posibilitar nuestra liberación y libertad.
En una cultura, la nuestra, donde la predominancia de la mirada sobre el olfato, el tacto, el gusto, el oído, dominan al cuerpo femenino, expropiándolo de su materialidad (física) y convirtiéndolo en un conjunto de leyes, deseos, relaciones normalizadas y objetualizadas por la acción y los deseos de los hombres; en una cultura, la del Estado español, donde estos mismos hombres miran a las mujeres y, las mujeres se ven a ellas mismas siendo miradas – una mirada que siempre implica un sistema de control -, cabe preguntarse – desde nuestro ser lesbiano – si los roles sociales que son construidos en la representación pueden también ser revisados y reestructurados en el discurso, y si desde este ser lesbiano inexistente, ignorado o prohibido bajo el dominio de este sistema de producciones de regulación heterosexual, se puede cegar a este mismo poder que nos mira, aunque nunca logre vernos.
Ser lesbiana, en este contexto, supone para nosotras decir, nombrar desde un cuerpo mirado y construido desde “otro deseo”, un deseo que mira vulvas, sangre, boca, lágrimas, ciprina, linfa, flujo, oxígeno, heces, pechos, pulmones… no con un afán de colonización y apropiación, sino desde una mirada que nunca empieza ni nunca acaba, que se articula como un continuo; como un continuo revulsivo y gozoso proceso de encuentro y reconocimiento, un deseo, el nuestro, que condena al exilio material al suyo, heterodepredador.
Hablar, tocar, mirar desde un cuerpo lesbiano es autoidentificarse desde la perversidad y la disidencia que conlleva el hacer visibles nuestros cuerpos, el mostrarnos excitadas, mojadas, frotadas, jadeantes… porque sólo desde nuestro cuerpo podemos existir, podemos ser lesbianas.
Desde estos nuestros cuerpos y voces disidentes, las lesbianas de LSD subrayamos, reiteramos y saboreamos nuestro orgullo lesbiano. Lo saboreamos hasta erizarnos de placer. Un placer que está al margen de cualquier norma y ley (incluidas las que nos ofrece la Ministra Alberdi), que pretenden re(in)formarnos de dos en dos para alcanzar y disfrutar del “tan grato estatus” que les es propio a los heterosexuales. Frente a sus deseos “normalizadores” , las lesbianas de LSD seguimos luchando por otro mundo, un mundo que sea nuestro, hecho a través de nuestras miradas y sobre los placeres de nuestros cuerpos. Nuestra lucha es la disidencia a través del goce. Desde la subversión, la perversidad, la transgresión que les produce nuestra carcajada y mirada bollera”.
De la necesidad de una acción lesbiana. Liliana Couso y Fefa Vila. Anotaciones para la exposición fotográfica “Es-Cultura Lesbiana”. Madrid (LSD, 1995).

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“Acércate y mira, mira despacio, y ahora respóndenos: ¿qué estás mirando?
No es tu mirada la que ha cambiado; es el objeto de la representación que aprecias quien se transforma en sujeto en tu conciencia. La tan codiciada (codiciada por los autores heterosexuales prolijos en miradas desinteresadamente morbosas) representación lesbiana se levanta y habla, y, a pesar de tener el camino de la representación abierto, resulta sorprendente la escasez de zambullidas en él, sobre todo en nuestro “pater amantísimo” Estado español.
¿Por qué carecemos de representaciones? ¿Por qué, parafraseando a Gertrud Koch, van las lesbianas a ver las fotografías de los hombres?. La respuesta es sencilla: porque no se exhiben otras. Las más mayores recordarán la censura franquista; las menores recordamos la imposibilidad de mostrarnos por motivos burocráticos y de mercado. Por lo visto es culpa nuestra: hay que ajustarse a “la norma”, o eres una pornógrafa irremediable. Quienes hayan tenido el privilegio de asistir a esta muestra fotográfica, sabrán de qué estamos hablando. Como también sabrán, imaginamos, que no se pueden aplicar los mismos criterios patriarcales para aproximarse a fotografías de lesbianas hechas por lesbianas que los empleados para valorar o apreciar las fotografías realizadas desde y para la cultura dominante. Por esta razón, para mirar – mirar, no contemplar – estas fotografías debes cuestionar el orden simbólico insertado en tu cerebro; puedes considerar que ésta y otras manifestaciones similares te ayudarán a decodificar las imágenes desde parámetros menos convencionales.
Sólo desde dentro se puede ironizar con lo propio. Lo demás responde a Un intrusismo voyeurista inserto en una mirada connotada, mirada que cansa y agota por su exceso de manifestaciones, mirada muy alejada de esa “franqueza” tan necesaria en el panorama representacional y, por supuesto, en el panorama político. Hartas de ser utilizadas, mejor utilizarnos y contribuir así a la conformación de un imaginario inexistente y necesario.
La crítica fotográfica de los últimos tiempos se ha dejado llevar por el análisis exclusivamente formal de la imagen. Es precisamente a partir de ese momento cuando surge, consciente de la posibilidad de veracidad – del juego con una realidad intransmisible a través de una mirada fundamentalmente occidental y, por lo tanto, básicamente patriarcal, como es la de la cámara fotográfica (mirada estructurada desde las leyes renacentistas de la representación), un juego diferente; el juego del significado sobre el significante. La diferencia de este “juego de lenguaje” se manifiesta en la consciencia por parte de las jugadoras del significante empleado y de por qué se emplea a pesar de todos sus inconvenientes. Evidentemente, es preferible una acción inmediata a perder los papeles en la trampa de la mediación representacional, trampa que llevada a sus últimas consecuencias nos llevaría al silencio y sinceramente, a nosotras ya no hay quien nos calle”.
De la necesidad de un imaginario lesbiano. Ana y Helena. Apuntes para la exposición fotográfica “Es-Cultura Lesbiana”. Madrid (LSD, 1995).